A Dios le interesa el fruto espiritual, no los locos religiosos.
Vivir lleno del Espíritu Santo no es tratar de vivir para Dios, sino dejar al Espíritu Santo vivir a través de ti. Recibimos salvación cuando creemos que Jesús murió en nuestro lugar en la cruz, pero ¿sabes cómo se desarrolla el carácter?
¡Resulta cuando te entregas al Espíritu Santo y lo dejas vivir en tu lugar! Sí, deja que Él viva Su vida a través de ti. La salvación vino cuando Jesús murió en nuestro lugar, pero la santificación viene cuando dejamos que Jesús viva en nuestro lugar.
Por supuesto que es más fácil para la mayoría de nosotros dejar que Jesús muera por nosotros que dejarlo vivir en nuestro lugar. La segunda parte requiere rendición.
Muy a menudo reemplazamos la rendición con el esfuerzo. El esfuerzo produce la obra de la carne; la entrega produce el fruto del Espíritu. El fruto del Espíritu Santo es como tener hijos; los niños son el resultado de la intimidad.
Muchas personas vienen al altar para que el pastor les imponga las manos para mejorar su carácter. Sabes que imponerte las manos no puede dejarte embarazada. No puedes quedar embarazada porque viniste al altar. Necesitas tener una relación e intimidad, y los niños vienen como resultado de eso. Lo mismo es cierto de Su carácter en nosotros; es un fruto que sigue a la intimidad.
El carácter cristiano no se desarrollará como resultado del esfuerzo sino como el resultado de la entrega. Deja de esforzarte tanto. Comienza a rendirte al Espíritu Santo diariamente. Entrégale a Él las áreas de tu carácter en donde eres débil y fallas constantemente. Siempre que la tentación se presente para que actúes fuera de tu carácter, en ese momento sigue al Espíritu Santo para alejarte del pecado. Sentirás Su impulso; no lo entristezcas ignorando Su susurro. La meta no es la santidad sino el Espíritu Santo. Él nos llevará a la santidad cuando lo sigamos. Él es la meta; no es un medio para una meta. No estoy usando al Espíritu Santo para ser santo; estoy completamente rendido al Espíritu Santo. No puedo vivir en santidad sin el Espíritu Santo. Su fruto produce en mi santidad.
Texto sugerido: Galatas 2:20